Un día en Santiago de Chile con Stavros Razis, frío con sol.

Por Olman Torres.

Hace años revelaba mis propios rollos de película. Me tomaba mi tiempo y procesaba a mi gusto las imágenes; tenía en casa de mis padres mi laboratorio o cuarto oscuro, con ampliadora, químicos y todo lo necesario.

Ahora mi forma de hacer fotos ha cambiado. Yo he cambiado y los tiempos también . La cámara digital y los megapíxeles han hecho mi trabajo más práctico. Me he adaptado, para decirlo de otra forma.

También he aprendido a no estar ni en contra ni a favor en el debate, obsoleto e innecesario ya para mí, entre lo análogo y lo digital.

La fotografía es, al fin y al cabo, mi pasión, algo que necesito hacer todos los días y eso es lo único que tengo claro.

Sin embargo, mi cámara analógica nunca ha abandonado el espacio en mi mochila y la llevo siempre a todo lado, especialmente en los viajes, sea por trabajo o placer, aunque para mí no hay diferencia entre trabajo y placer. La única diferencia que encuentro, ahora mismo y en lo personal, es que la cámara de película le baja las revoluciones al proceso fotográfico, a la inmediatez que demanda la época actual, cosa que me encanta y me devuelve a un tiempo donde la espera entre la toma y el resultado era normal y por lo que me enamoré de la fotografía. Un tiempo más lento donde había una muy consciente captura de la imagen, un proceso de espera necesario, una lectura mucho más pausada y el deleite diferido del resultado final.

Todavía hoy sigo disfrutando de esa expectativa que genera la fotografía análoga, la ansiedad propia de ese proceso, en el buen sentido, de ver las imágenes finales. Ahora llevo los rollos a revelar a un laboratorio, ya no tengo cuarto oscuro ni revelo ni vivo con mis padres y generalmente espero a tener un mínimo de cinco o más rollos expuestos antes de llevarlos a procesar y entre eso pueden pasar algunos meses, tiempo que me hace olvidar la mayoría de veces lo que había fotografiado, pero la sorpresa al final es más satisfactoria.

Desacelerar es bueno, hacer el ejercicio en general, no solo en la fotografía, se los recomiendo.

Estas imágenes salieron de mi vieja Nikon F100, fiel compañera que me acompaña siempre, y me llegaron del laboratorio hace poco, de algunas fotos ya me había olvidado completamente. Son de un día que pasé con mi amigo Stavros Razis recorriendo la ciudad de Santiago de Chile hace unos meses atrás, después de más de diez días de tour con Vans en Viña Del Mar y Valparaíso disparando fotos sin parar, me quedé, al terminar el tour un par de días más en casa de Stavros y durante ese tiempo mi equipo digital se quedó guardado junto a la mochila de foto.

Una cámara, un rollo y un lente 35 mm, fue todo lo que usé, lo necesario para documentar durante el día.

Las calles de Santiago, un recorrido que había hecho con el mismo Stavros once años atrás, la primera vez que estuve en Chile. Café y empanadas de pino, frío con sol.

Un día en Santiago de Chile. Así de simple y maravilloso.

Wallie.
Stranger Skateboards.
Nosebonk.
Sw wallie crooks.
Javier Sossa, Irene Granic & Stavros Razis.

Documentando Skateboarding

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