Team Chirripó 2019.

Por Fernando Elvira.

El 8 de Octubre pasado los señores Roberto Chaves, Olman Torres y un servidor coronamos la cima del Cerro Chirripó, la montaña más alta de Costa Rica. A priori la cosa parecía más una misión suicida (o masoquista) que una expedición de montaña: nos habíamos propuesto el reto de escalar el Chirripó en un solo día, sin dormir en el refugio de Crestones, que es lo que hace la mayoría de la gente. Esa misma gente, trató de disuadirnos diciendo que era una locura, que no se podía hacer… pero yo sentía que era posible, simplemente íbamos a tener que caminar hasta reventar y después de reventar… ¡seguir caminando!

Nos registramos en un hotel al pie de la montaña y fijamos nuestras alarmas a las 11:30 pm, nuestro objetivo era comenzar la ascensión a las 0:00 horas. Básicamente dormimos de 9:30 a 11:30 pm de esa noche. Cuando sonaron las alarmas nadie quería enfrentarse a la cruda realidad, joder apenas habíamos descansado y se nos presentaba una noche oscura, fría y muy, muy cuesta arriba, pero el Team Chirripó no se dejó intimidar por tan desagradable porvenir y a las 11:59 pm estábamos los 3 preparados en el inicio del sendero. Todos en pantalones cortos y con mochilas muy ligeras. Olman y Rober iban sin luz frontal, así que tuvieron que usar sus teléfonos celulares (hasta que se les acabara la batería). Hacer esa ruta sin luz simplemente no era una opción. Aquello fue muy amateur, si, pero es que estos dos maes nunca habían escalado una montaña tan grande, el fallo quizás fue mío, debí haberles advertido de antemano.

Enseguida nos dimos cuenta que cada uno llevaba un ritmo y era absurdo intentar ir en grupo. Esto nos proporcionó un abundante tiempo en soledad y silencio individual a cada uno, pasamos largos ratos caminando en solitario y en total oscuridad, por parajes de jungla primero y luego ya, por paisajes puramente alpinos. Cuando llegamos a Crestones, el refugio, recién amanecía, habíamos caminado unas 6 horas, totalmente de noche. El Olman tuvo que agazaparse en el camino y esperar a que clarease porque su celular dijo ¡basta, no puedo alumbrar más!

Se rumorea que un puma le dijo “mae la batería de un móvil chino dura más que la del Iphone”…

En el refugio de Crestones nos reagrupamos de nuevo, hacía un frío de la hostia…

Bebimos y comimos algo y decidimos dar el asalto final a la cima. Allí nos dijeron que la cumbre estaba a 3 horas, nosotros llegamos en 1 hora y 50 minutos, más que nada porque hacía tanto frío que si te parabas más de 5 minutos se te congelaba todo el tren inferior, empezando por los huevos ¡huevón!

A las 8:30 am alcanzamos los 3 la cima ¡3820 metros sobre el nivel del mar! Llevábamos más de 8 horas continuas de caminata. El cielo estaba completamente cubierto de nubes y gracias a los dioses que no se desató una tormenta, aquello hubiera sido una gran putada. Nos tomamos unas fotos en la cima y comenzamos el descenso, ignorantes del infierno, lo que nos esperaba, tardamos 6 horas desde la cima hasta el hotel. Los últimos kilómetros fueron puro sufrimiento, el Rober iba de primero, gritando frases incomprensibles, yo en medio con las piernas en modo robot, caminando porque no había otro remedio, si hubiera pasado un taxi quizás lo habría tomado, las rodillas hartas de tanto trabajar y por detrás, algo más rezagado, iba Olman, medio-delirando del cansancio, con su chubasquero de 2€ que parecía una bolsa de basura gigante. Cuando quedaban solo 2 kilómetros para llegar al hotel escuché unos ruidos en los árboles y vi una tropa de monos, saltando alegremente de copa en copa, ajenos a la tortura en la que estábamos inmersos.

Los monos no necesitan ponerse retos, viven en pelotas en los árboles, eso ya es muy difícil de superar.

Olman y Roberto en la cima del Cerro Chirripó. Foto: Fernando Elvira.
Fernando Elvira. Foto: Roberto Chaves.

Llegar al hotel fue mayor alegría que alcanzar la cima. 
No parecíamos personas, éramos más bien  frijoles molidos con ojos. Tardamos un total de 14 horas y media, non-stop, desde el hotel a la cima del Chirripó y otra vez de vuelta al hotel. Esa noche, a las 6:30 pm apagamos la luz y dormimos 12 horas seguidas. Lo curioso es que después de tan largo descanso nos levantamos todos de un humor excelente y del tirón, nos fuimos a bañar a un río.

Aquellas aguas frías de la montaña nos sentaron de lujo así que después de un glorioso desayuno (barra libre de pipas para mí) nos fuimos por ahí a patinar. Total que el día posterior al ascenso al Chirripó fue también espectacular.

Roberto Chaves, bluntslide en las rocas de San Gerardo de Pérez Zeledón, al día siguiente de hacer la caminata al Chirripó. Foto: Olman Torres.
Fernando Elvira, que también se sumó a la sesión after Chirripó… Foto: Olman Torres.

Para acabar con esta oda a la valentía, quisiera dar las gracias a Olman y a Rober por estar lo suficientemente locos como para acompañarme en esta descabellada aventura… maes ¿quizás el año que viene podríamos intentar escalar algún 4000 ó 5000 en Colombia, no? eso si, ¡llevad una luz frontal!

Fernando Elvira, layback, Pura Vida Skatepark PZ. Foto: Olman Torres.

¡Pura Vida! – Fernando Elvira.

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